En este día 14 de febrero en el que celebramos el Día de los enamorados creo que puede ser una fecha oportuna para recordar una tradición arjonillera ya desaparecida. Se trata de la “rotura de la teja”.
Cuando dos jóvenes comenzaban una relación y ante los vecinos se habían convertido en una pareja de novios, los amigos del novio para confirmar la formación de esa pareja le rompían una teja. El grupo de amigos del novio se hacía con una teja de barro de las que siempre hemos utilizado para nuestros tejados y con ella escondida se acercaban a la pareja. Al estar junto a ellos, mostraban la teja y le preguntaban a los novios, ¿vale o no vale? Y ante la respuesta afirmativa o el silencio porque no siempre se producía respuesta, la teja era lanzada al suelo para ser rota. Y así se daba por formalizada la relación de noviazgo. Posteriormente, cuando el novio ya había dejado a la novia en su casa, se marchaba con los amigos y los invitaba.
Decir también que en algunos casos los novios solían recoger algunos de los trozos en los que había convertido la teja una vez rota y se la llevaban para tenerlos como recuerdo. Entre ellos me encuentro, sólo que hace ya algún tiempo que desconozco su paradero.
Costumbre que podemos considerar desaparecida hace ya algunas décadas.