El pasado día 22 informábamos de que se cumplía el 128 Aniversario del nacimiento de nuestro ilustre paisano y filósofo don Manuel García Morente.
Hoy volvemos a recordarlo con motivo de que hoy se cumplen 77 años del “Hecho Extraordinario” de Manuel García Morente, precisamente ocurría en París en la madrugada del 29 al 30 de abril de 1937 sobre las 2 de la madrugada.
Conocemos este hecho directamente gracias a la pluma del mismo García Morente que en un manuscrito de 68 folios lo contó así como otros antecedentes de su vida. Gracias a nuestro amigo y paisano, también pariente, Manuel Jiménez Rueda, que hace algún tiempo me regaló fotocopia de este documento, podemos hoy recordarlo tal y como él lo contó, enviándolo por carta en septiembre de 1940 a José Mª García Lahiguera, director espiritual entonces del Seminario de Madrid y posteriormente Obispo auxiliar de Madrid.
Comienza Morente la carta contando algunos antecedentes que el mismo justifica de este modo: “… es necesario el relato de antecedentes que, acaso puedan contribuir a hacer pausible una explicación del Hecho.”
Algunos de estos antecedentes son los siguientes:
– El 28 de agosto de 1936 es asesinado en Toledo su yerno, de intachable conducta y miembro de la Adoración Nocturna, dejando viuda con 22 años a la hija del filósofo.
– El 29 de septiembre de 1936 recibe un aviso confidencialísimo para que huya de España porque algunas personas descontentas con su gestión en el Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras han decidido matarle.
– El 2 de octubre de 1936, con un salvoconducto llega a París. Él cuenta así su llegada a la capital parisina:
“Llegué a París sin dinero y con el alma transida de angustia y dolor; y además corroída por preocupaciones de índole moral. ¿Había hecho bien en abandonar mi casa y a mis hijas y ponerme egoístamente a salvo?”
A continuación él mismo se responde al afirmar que en caso de quedarse sería asesinado como le habían informado y así no serviría de nada a los suyos, sino que podría resultarles incluso “más perjudicial y gravoso.”
En París se aloja en una habitación de un piso cedida por su propietario que era Ezequiel de Selgas, un amigo español. Allí permanecía durante todo el día y la noche a excepción de las salidas obligadas para satisfacer necesidades vitales como la comida que le era ofrecida en la casa de Madame Maloyoy, viuda de un compañero de estudios de la Sorbona.
– Ofrece también información sobre su salud, diciendo que había sufrido dos ligerísimos trastornos nerviosos atribuidos por él “al estado de fatiga intelectual” en que se hallaba.
En la madrugada antes indicada, García Morente, que padecía de insomnio y se encontraba inmerso en profundos pensamientos, decide tomarse un descanso y poner en marcha la radio, donde estaban emitiendo música francesa. Después de escuchar varias piezas musicales, suena en orquesta un trozo de Berlioz intitulado “L’enfance de Jesús” del que dice era “exquisito, suavísimo, de delicadeza y ternura tales que nadie puede escucharlo con los ojos secos.” Y afirma: “Cuando terminó, cerré la radio para no perturbar el estado de deliciosa paz, en que esa música me había sumergido.
Y por mi mente comenzaron a desfilar -sin que yo pudiera oponerles resistencia- imágenes … (continúa en las hojas siguientes reproducción del manuscrito de García Morente)
Firma autógrafa de Manuel García Morente en la última página de este documento |
En García Morente se apreció siempre un gran interés por buscar una posible explicación humana de lo que experimentó y aparece en varias ocasiones en el relato suyo: “una cosa es que el hecho sea en sí posible, y otra que efectiva y realmente haya yo experimentado la presencia de Nuestro Señor… Yo no dudo un instante de que el Señor puede, si quiere, presentarse a un alma en esa manera incorpórea… pero tengo muy fuertes razones pensar que a mí precisamente no puede querer Nuestro Señor hacerme esa insigne merced, porque ¿qué había hecho yo para merecerlo? Nada.”
Incluso, Morente llega a dudar de este hecho vivido por él mismo: “… si prescindimos de la hipótesis diabólica, no queda sino reconocer que he sido engañado por mi subjetividad, harto conmovida y que el Hecho vivido por mí vivido no es sino el efecto subjetivo de una honda crisis mental.” También reconoce que tiene una “imaginación y una sensibilidad quizá más intensas y abundantes de lo que es corriente… …no es nada imposible, sino muy probable, que en ocasiones excepcionalísimas, como esta ocasión única de la profunda crisis anteriormente descrita, la sensibilidad y la imaginación, fuertemente conmovidas y mal reprimidas, se hayan precipitado en concreciones informes, conduciéndome a una especie de alucinación sin sensaciones concomitantes.”
Manuel García Morente, que en su adolescencia al poco de haber muerto su madre, se negaba a ir a la iglesia con sus hermanos porque decía que él ya no creía, al día siguiente del Hecho, tomó la resolución de consagrarse a Dios y abrazar el estado sacerdotal. Así, en junio de 1938 recibía del Sr. Obispo de Vigo lo que él llamó su segunda 1ª Comunión, y el 10 de septiembre de 1938 ingresaba en el convento de los Padres Mercedarios de Poyo. En 1940 fue ordenado presbítero.